jueves, julio 27, 2017

Mariposas Chacumbelas





Al contrario de lo que suelen aparentar, las mariposas pueden ser altamente peligrosas y tóxicas para la sociedad

El Diccionario de la lengua española (DLE) registra catorce acepciones para la palabra “mariposa”. La primera es de carácter general y alude al insecto de “boca chupadora con dos pares de alas cubiertas de escamas…”. Los especialistas en entomología las llaman “lepidópteros” y suelen identificarlas por su boca en forma de espiral, conocida como espiritrompa. Entre otras, el DLE  refiere también que hay un estilo de natación llamado del mismo modo y, además, nos recuerda que el término se usa mucho en Cuba, debido a que la flor nacional de ese país se llama precisamente la “flor de la mariposa”. También hay en esa misma isla imperial un pajarito muy popular al que en diminutivo se le dice “mariposito” o “mariposillo”. Mi tía Eloína suele bromear argumentando que todo cubano o procubano aspira a metamorfosearse, después de fallecido, en esa avecilla voladora y que, incluso, hay muchos que alegan haber sido visitados desde el más allá  por algunos familiares o curruñas reencarnados.

Dentro de la fraseología popular hispánica es conocida la “mariposa de la muerte”, llamada así porque, como si fuera un tatuaje,  lleva dibujado en su torso algo similar a una calavera. A la típica corbata de lacito o “pajarita” también se le conoce como “corbata mariposa” (que a veces aprieta tanto que ahorca) y cualquiera que haya subido a nuestro cerro Ávila sabe que se le recomienda tener mucho cuidado con una serpiente harto venenosa conocida como la “tigra mariposa”. De la misma voz deriva otra que amplía su significado un poco más: “mariposón”. No obstante, ya esta última no es tan pródiga en acepciones. Según la misma fuente, limita sus significados a dos. El primero podría resultar muy positivo para los  que se consideran “machistos” chulos  donjuanes de pacotilla: “hombre inconstante y caprichoso en su dedicación a algo y especialmente en su galanteo con las mujeres”. El segundo es un poco más ofensivo y  seguramente ya no les agradará tanto a esos ejemplares (que además suelen ser homofóbicos), debido a que aparece marcado como despectivo: “hombre homosexual”.

Todo lo expresado ha sido la causa de una corriente mitológica, fraseológica y metafórica vinculada con seres que a veces simulan disfrazarse del inofensivo animalito y pueden llegar a convertirse en una verdadera calamidad. Por ejemplo, hay mariposas de color oscuro,  pesadas y fastidiosas, a las que la gente detesta por considerarlas altamente tóxicas. A nadie le gusta el polvillo que segregan a través de sus escamas que, por cierto, suele compararse con el gas que emana de las bombas lacrimógenas. Dicen los agricultores que el peor y más peligroso estado de cualquier mariposa es cuando existe en forma de huevo o capullo. Hay las que, desde antes de nacer, se disfrazan de oruga y justo en esa etapa constituyen verdaderas plagas, capaces de arrasar con todo lo animal, vegetal y mineral que encuentren a su paso. Existen además algunas altamente venenosas, las cuales resultan muy peligrosas cuando son atacadas o creen ver en riesgo su hábitat; son mariposas asesinas y suelen agredir en grupo porque eso las hace sentirse valentonas y dispuestas, aun cuando, según la entomología, en solitario suelen portarse pusilánimemente. No faltan los ejemplares de lepidópteros a los que les encanta la basura y suelen posarse sobre ella para sobrevivir a costa de los desechos. No en balde, en algunas regiones del Caribe se las  llama también "taras", con todas las connotaciones negativas de ese sinónimo.


De modo que, todo lo contrario de lo que nos enseñaron en la escuela, no toda mariposa es tan tierna y colorida como puedan mostrar las apariencias. De su infancia en Los Puertos de Altagracia, mi tía Eloína suele recordar que, precisamente durante los días de Semana Santa, solían cundir por todo el pueblo multitudes de unas molestosas maripositas amarillas muy perjudiciales para la salud, porque solo dejaban a su paso alergias y muchos otros males. Por ese motivo, casi toda la población joven se armaba con un pliego de periódico doblado en ocho y salía dispuesta a contribuir con el inmediato y necesario exterminio de aquellas invasoras. El método consistía en asir un extremo del papel con los dedos y moverlo haciéndolo golpear contra la parte interna del antebrazo. Esto producía un curioso ruido (algo así como pac, pac, pac) que por alguna razón atraía a las intrusas y las llevaba a golpearse ellas mismas con el periódico en movimiento, por lo que al final resultaban “autosuicidas”. Se las conocía popularmente como "Chacumbelas”. Y, por si el lector desconoce el origen de este apodo, el mismo aludía a un personaje de una guaracha, también cubana, que nos recuerda que Chacumbele fue un extrapecista y policía de la zona de Camagüey. En su juventud, este caballero había sido vendedor ¡de mariposas y flores!  Deprimido por los celos (consecuencia de su actuación como enamoradizo mariposón), solitario y abandonado por  la misma  gente que antes lo había aupado en sus actuaciones circenses,  ya siendo agente del orden público, decidió despacharse a sí mismo, disparándose su arma de reglamento. Así lo inmortalizó una popular canción del compositor Alejandro Mustelier que, adaptada por el maestro Billo Frómeta, interpretó muchas veces el admirado guarachero maracucho Cheo García: "Parrandeando por las calles de la Habana / noche y día y nunca duerme, caramba / buscando a Chacumbele, que ayer noche se marchó / Chacumbele que ya estaba aburrido de vivir/y por culpa de tus celos, él mismito se mató / ¡Ay!, Chacumbele, él mismito se mató...

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