jueves, julio 27, 2017

Entre V y B te veas




Hay personas que, porque así lo aprendieron en la escuela, se empeñan en pronunciar la v y la b como si fueran distintas cuando en realidad no lo son

De mis tiempos de docencia en el Instituto Pedagógico de Caracas recuerdo una anécdota con una excelente estudiante (y maestra de primaria) que inicialmente se negaba a aceptar el hecho de que dos letras hermanas como la y la deben pronunciarse en español del mismo modo. Aquella dama creía muy sincera y fielmente en lo que había estado enseñando durante años: que esa letra a la que los peninsulares denominan “uve” y nosotros en Hispanoamérica “v corta, v pequeña, v chica o v de vaca”, tenía que ser articulada de modo labiodental; es decir, presionando el labio inferior con los dientes superiores. “En realidad, —trataba yo de convencerla— v y b tienen en nuestra lengua una sola pronunciación que es la bilabial (juntando los dos labios: [b]).  El “bazo” es distinto de un “vaso” no porque sus letras iniciales sean fonéticamente diferentes sino porque aluden a referentes distintos: uno remite a la víscera ubicada en el lado izquierdo del estómago, el otro, a un recipiente.

Aquella actitud de la docente tenía que ver con lo que ella había aprendido tanto en el colegio como en sus estudios en la escuela normal. La información que yo trataba de aportarle la ponía en el trance de haber estado enseñando una falsedad a los múltiples alumnos que habían pasado por sus aulas y, además, esto le generó angustia. Ante lo ocurrido, le manifesté que dejara de preocuparse, debido a que no era la única persona ni mucho menos la responsable del desaguisado, puesto que lo mismo que ella predicaba sobre el asunto había aparecido como supuesta norma en unas ya antiguas gramáticas oficiales. Su reacción posterior fue digna de todo elogio: me manifestó que había decidido seguir estudiando, precisamente, para actualizarse y que si eso era así, de allí en adelante ella se mostraría dispuesta al cambio de perspectiva.

No ha sido ese el único momento en que nos hemos enfrentado con este asunto ni tampoco la primera vez que hemos encontrado algún tipo de resistencia respecto de él. Basta con dedicarse un día a escuchar cualquier emisora radial, ver un programa de la televisión u oír la arenga de algún político o funcionario para darse cuenta de que esa articulación labiodental forzada y a veces algo exagerada de la es habitual en diversos hablantes públicos. A veces llegan incluso a la exageración de convertir la v  en una (“el fino es fital para la fida” / “el vino es vital para la vida”).

Son muchos los que se empeñan en pronunciar la casi poniendo a sangrar el labio inferior. Como parecen no confrontar ningún inconveniente cuando esa letra aparece en posición inicial de palabra o de oración, en broma, podríamos pedirles que alguna vez probaran con expresiones como “ver a una vaca volverse voluminosa es como vaciar un vaso de agua en un volcán”. Si intentan hacer énfasis labiodental en cada una de las ves de esa oración, el resultado se escucharía afectado.  Por el contrario, cuando se trata de una en posición media, parecen “olvidar” la supuesta norma y la relajan, hasta convertirla en una ; por ejemplo, en una frase como “es mejor precaver que proveer”. Esto demuestra que no siempre son tan fieles a la regla como creen.

A quienes se empeñan en seguir pronunciando ambas letras como si fueran distintas hay que decirles que incurren en lo que los gramáticos suelen llamar una hipercorrección, por lo que el remedio termina siendo peor que la enfermedad. Es como si dijeran “Chacadito” y “Chacado”.  Y a quienes busquen alguna voz más autorizada que la de mi tía Eloína para convencerse de esto, podríamos remitirlos a la palabra de ese maestro que fue don Ángel Rosenblat o a una fuente más que autorizada como lo es  el Diccionario panhispánico de dudas (2005).

Reproduzco una partecita mínima de lo mucho que sobre esto argumentó alguna vez Rosenblat (1969, p. 230): “El pueblo, que pronuncia biba, imbierno, simbergüenza, combeniencia, etc. es más fiel a la lengua que los cultos o semicultos empeñados en morderse el labio inferior para pronunciar la v.”  Agreguemos a ello lo siguiente: “…la pronunciación correcta de la letra v en español es idéntica a la de la b, por lo que no existe oralmente ninguna diferencia en nuestro idioma entre palabras como baca y vaca, bello y vello, acerbo y acervo” (Diccionario panhispánico de dudas, http://lema.rae.es/dpd/?key=v ). Son muchas y muy amplias las razones históricas para esta confusión y debido a eso nos las repetiremos aquí.


Hay que aclarar además que los maestros que nos enseñaban dicha diferencia tenían muy buena intención; con ello perseguían asegurarse de que aprendiéramos a distinguir ortográficamente ambas consonantes. No obstante, la verdad es que en este asunto se confunden dos parcelas de la lengua que no son equivalentes en ningún idioma: el repertorio grafemático (las letras) y el sistema fonético (el modo como se pronuncian los sonidos). Hay idiomas en los que la distinción articulatoria entre /v/ y /b/ es un hecho, pero el español no es uno de ellos. Así que a tomar el ejemplo de aquella maestra que mencioné al comienzo de esta duda. Erradicar hábitos lingüísticos que hemos adquirido involuntaria y/o equivocadamente es también un deber de quien aspira a o, por cualquier motivo, se ve obligado a ser un modelo idiomático para la sociedad. 

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