miércoles, noviembre 14, 2007

¿Des-abastecimiento o des-ajuste?

Siempre he sospechado de aquellos sujetos y sujetas que utilizan el lenguaje para impresionar a los demás. A veces no saben ni siquiera lo que están diciendo, pero lo dicen abierta y públicamente. Sin anestesia. Quienes escuchamos nos quedamos ora impresionados, ora sospechosos, casi siempre patidifusos, a veces incluso imposibilitados de reaccionar. Se trata de ciertos profesionales a quienes les corresponde hacer de hablantes públicos, pero desconocen las normas implícitas en tal actitud comunicativa.

Un hablante público es una persona que habla para muchos, a veces sin saber exactamente quiénes son o serán los integrantes de su audiencia. Eso implica una responsabilidad que, si no se asume como lo que es, puede provocar efectos perversos. La gente suele aceptar y repetir, incluso sin estar conciente de ello, mucho de lo que escucha o lee de quienes desde importantes posiciones públicas hablan o escriben para grandes audiencias.

Aunque parezca demasiado pronto, dentro del contexto del comercio venezolano han comenzado las encuestas prenavideñas a los dueños de supermercados, en relación con las expectativas hacia lo que esperan del mes de diciembre. Nunca hemos escuchado o leído que algún comerciante tenga esperanzas positivas en torno a esto, pero esta vez la situación se pinta patética. Siempre en dichas encuestas hay reporte de escasas ganancias, cuando no de pérdidas, incluida la posibilidad de quiebra. No obstante, a toda hora, usted ve cada local repleto de gente.

Hay además un fenómeno muy particular al que en ese ambiente suele denominarse “ajuste de precios”. Motivado por la inminente llegada de un anunciadísimo proceso de reconversión monetaria, los precios han venido cambiando hacia arriba semana a semana. En el comercio nacional, nadie ha conocido jamás ajustes hacia abajo. Para un consumidor cualquiera, todo “ajuste” proveniente de la macroeconomía constituye sencillamente un desajuste de su microeconomía. Por el contrario, ajuste en términos de quien invierte para obtener ganancias exorbitantes significa no sacrificar en lo absoluto esos márgenes.

Me motiva esta duda el hecho de que, aparte de los ya inevitables ajustes pre-decembrinos, ahora complementados con los pre-reconversión, nos estamos acostumbrando en Venezuela a la ausencia de productos que no son precisamente alimentos de lujo. No es que no hay caviar o salmón ahumado. No es que se consigan ingredientes para preparar un fondue o unas codornices en sarcófago. La “escasez”, el “desabastecimiento” o el “acaparamiento” (todo depende de quien responda la encuesta) está muy cerca de nuestra necesaria alimentación cotidiana. En cuanto a la leche, se argumenta que ahora la culpa es de los chinos, nación que según parece ha decidido contratar todas las ubres del mundo entero, sin importarle que quede algo para el resto de los niños del universo. Parece más bien un cuento chino porque basta con viajar a otros países de la región y ver los anaqueles repletos.

No faltará el encuestado que dentro de poco salga a demostrarnos que la carencia de huevos es asunto de gallos y gallinas en huelga de sexos caídos o bajas en la libido de las ponedoras. En cuanto a las sardinas, se dirá que su ausencia en el mercado se relaciona con que los pescadores no reciben dólares para adquirir los “insumos” con que alimentan a los peces. Y, claro, no hay azúcar porque no hay caña y no hay “caña” porque escasea el güisqui. ¿Cuentos de camino?.

Lo curioso de esto es que la publicidad cotidiana, que no cesa, insiste en que comamos huevos, en que la leche es necesaria para el crecimiento y las sardinas son las mejores amigas del colesterol malo, al tiempo que la carencia de glucosa en el cuerpo, implica poca energía y, si no hay energía, pues no se podrá pasar del dicho al lecho.

El colmo de esta situación es que la conseja permanente de la calle es: ¡ Pssss!, ¡hey! ¡compren comiiiida!”.

Ley de la comunicación de la que al parecer se valen quienes quieren hacernos creer que, como en el mundo bizarro de las historietas de Superman, si todo funciona al revés, es posible que terminemos creyendo que es así por naturaleza. No hay, pero igual usted debe consumirlos.