lunes, noviembre 27, 2017

Pitonisos y ana-listos


Plantear posibles escenarios para la salida de una crisis es relativamente sencillo, principalmente cuando el proponente no deja fuera ninguna de las opciones

No entiende mi tía Eloína la razón por la cual el Diccionario de la lengua española (DLE) solo atribuye género femenino a la palabra "pitonisa". De acuerdo con lo que allí se especifica, sus únicos significados serían "adivinadora", "hechicera" o "sacerdotisa", siempre referido a féminas. Posiblemente esto tenga que ver con el origen del vocablo: su etimología se relaciona con una serpiente, la pitón, de donde a su vez proviene el nombre de la diosa de las pitonisas, Pitia. Y también la voz "serpiente" lleva nada más la marca "f". De acuerdo con la mitología griega, en el oráculo de Delfos solamente era posible obtener predicciones hechas por las integrantes del cortejo de dicha deidad, puras hembras. Como buenas cuaimas a quienes no se podía contradecir, se creía que jamás erraban en sus pronósticos, que eran infalibles. Si a raíz del resultado de una consulta se olía algo parecido a un yerro, pues se tapaba el hueco argumentando que ello obedecía a una equivocada interpretación de lo vaticinado. 

No obstante, a estas alturas, la entrada del Diccionario debería ser pitonisa, -so; igual que hay una para sacerdote, -isa. Así como las feministas reclaman a veces el machismo lingüístico implícito en ciertos giros de lenguaje cuya base referencial es exclusivamente masculina ("el hombre es mortal", "no hay dios que solucione eso", "toda sociedad tiene su patriarca" ), en aras de la igualdad de género, debería reconocerse que también hay en el mundo contemporáneo pitonisos a granel: caballeros dedicados a ofrecer constantemente hipótesis acerca de cómo terminará un proceso, una situación, un evento, una crisis. Ejemplos de uso, si fueren necesarios, sobran en estos convulsos tiempos venezolanos. Somos sin duda una comunidad repleta de adivinadores en pleno desempeño de su oficio. Basta afrontar cualquier publicación o red social para darnos cuenta de las muy diversas predicciones sobre el supuesto desenlace ante la calamidad por la que estamos atravesando.

Con permiso del DLE, asumamos entonces que, al menos en este tiempo,  el "pitonisismo" es un movimiento con militantes y "militantas". Un pitoniso o pitonisa actual es un(a) profesional a quien, para evitar malentendidos y desviaciones semánticas, los medios catalogan como "analista": alguien que observa minuciosamente la realidad, la escruta, la disecciona, la arma de nuevo y, ¡zas!, predice, presagia, anuncia lo que viene a continuación. Ante situaciones álgidas como la que vivimos, los oráculos crecen, florecen, recrudecen, aumentan, se incrementan, abundan, circundan... Se riegan por doquier como la verdolaga  y no pasa un día en que no leamos a alguno. No hay que ir demasiado lejos para encontrar ejemplos de esto relacionados con lo que viene ocurriendo en Venezuela desde hace ya casi cuatro meses.

La diversidad "pitonísica" nacional e internacional ha venido planteando lo que en ese terreno particular suele denominarse "escenarios". Con ello, cada adivino sazona su discurso de acuerdo con el área de las ciencias sociales a la que es afín. Unos buscan asidero en circunstancias históricas que guarden relación con lo que está ocurriendo. Otros se visten de datos para apoyar sus propuestas. No faltan los que, al momento de plantear las "salidas" posibles, recurren a los vericuetos de la sicología, a las diversas, marañosas  y profundas corrientes de la sociología o al  universo de la numerología y la estadística. Sin embargo, a veces plantean tantas y tan obvias posibilidades que con alguna de ellas habrán de acertar o acercarse a lo que pueda ocurrir.

Mi parienta no juzga esto negativamente. Sin embargo, opina que tampoco tiene mucho sentido proceder como lo hacía en los años sesenta un supuesto "brujo" de los Puertos de Altagracia, cuando una dama encinta acudía a su sabiduría a fin de que le predijera el género de su futuro retoño. Aquel chamán improvisado asumía pose de infalible Hipócrates frente a la consultante y, sin ningún tipo de incertidumbre, le espetaba: "hay un cincuenta por ciento de chance de que sea varón". Si se le preguntaba por el estado del tiempo para la semana, respondía con una sola, única, y definitiva palabra: "lloverá". Si la embarazada paría hembra, naturalmente, el vaticinio había acertado. Y si no llovía, ante el reclamo, el vidente esgrimía un argumento indiscutible para defenderse: "predije que llovería, no dije cuándo".


Más o menos en ese contexto hemos llegado al día de hoy, domingo 30 de julio de 2017. La lectura  de los "escenarios" diagnosticados por analistas (nacionales o foráneos) acerca de la confusa situación venezolana actual, que no concluye precisamente hoy,  guardan cierta similitud con la que hemos descrito en el párrafo anterior. Han ofrecido en sus diversos pronósticos tantas y tan evidentes posibilidades que casi resulta imposible que no hayan acertado con alguna de ellas. Y si ha ocurrido lo inesperado, seguramente algunos pitonisos acudirán  al recurso con que los griegos explicaban las equivocaciones de la diosa Pitia: errar una predicción no significa que tanto "ana-listo" se haya equivocado, sino que los hemos malinterpretado. Para no perder la costumbre, mañana comenzarán de nuevo los diagnósticos.

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Publicado originalmente en www.contrapunto.com (30-07-2017)
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