Hay personas que, porque así lo
aprendieron en la escuela, se empeñan en pronunciar la v y la b como si fueran
distintas cuando en realidad no lo son
De mis tiempos de docencia en el Instituto Pedagógico de Caracas recuerdo
una anécdota con una excelente estudiante (y maestra de primaria) que inicialmente
se negaba a aceptar el hecho de que dos letras hermanas como la y la
deben pronunciarse en español del mismo modo. Aquella dama creía muy
sincera y fielmente en lo que había estado enseñando durante años: que esa
letra a la que los peninsulares denominan “uve” y nosotros en Hispanoamérica “v
corta, v pequeña, v chica o v de vaca”, tenía que ser articulada de modo labiodental;
es decir, presionando el labio inferior con los dientes superiores. “En
realidad, —trataba yo de convencerla— v y b tienen en nuestra lengua una sola pronunciación
que es la bilabial (juntando los dos labios: [b]). El “bazo”
es distinto de un “vaso” no porque sus letras iniciales sean fonéticamente
diferentes sino porque aluden a referentes distintos: uno remite a la víscera ubicada en el lado izquierdo del estómago, el
otro, a un recipiente.
Aquella actitud de la docente tenía que ver con lo que ella había
aprendido tanto en el colegio como en sus estudios en la escuela normal. La
información que yo trataba de aportarle la ponía en el trance de haber estado
enseñando una falsedad a los múltiples alumnos que habían pasado por sus aulas
y, además, esto le generó angustia. Ante lo ocurrido, le manifesté que dejara
de preocuparse, debido a que no era la única persona ni mucho menos la
responsable del desaguisado, puesto que lo mismo que ella predicaba sobre el
asunto había aparecido como supuesta norma en unas ya antiguas gramáticas
oficiales. Su reacción posterior fue
digna de todo elogio: me manifestó
que había decidido seguir estudiando, precisamente, para actualizarse y que si
eso era así, de allí en adelante ella se mostraría dispuesta al cambio de
perspectiva.
No ha sido ese el único momento en que nos hemos enfrentado con este
asunto ni tampoco la primera vez que hemos encontrado algún tipo de resistencia
respecto de él. Basta con dedicarse un
día a escuchar cualquier emisora radial, ver un programa de la televisión u oír
la arenga de algún político o funcionario para darse cuenta de que esa articulación
labiodental forzada y a veces algo exagerada de la es habitual en diversos hablantes públicos. A veces
llegan incluso a la exageración de convertir la v en una (“el fino es fital para la
fida” / “el vino es vital para la vida”).
Son muchos los que se empeñan en pronunciar la casi poniendo
a sangrar el labio inferior. Como parecen no confrontar ningún inconveniente
cuando esa letra aparece en posición inicial de palabra o de oración, en broma,
podríamos pedirles que alguna vez probaran con expresiones como “ver a una vaca volverse voluminosa es como
vaciar un vaso de agua en un volcán”. Si intentan hacer énfasis labiodental
en cada una de las ves de esa oración, el resultado se escucharía afectado. Por el contrario, cuando se trata de una
en posición media, parecen “olvidar” la supuesta norma y la relajan, hasta
convertirla en una ; por ejemplo, en una frase como “es mejor precaver
que proveer”. Esto demuestra que no siempre son tan fieles a la regla como
creen.
A quienes se empeñan en seguir pronunciando ambas letras como si
fueran distintas hay que decirles que incurren en lo que los gramáticos suelen
llamar una hipercorrección, por lo que el remedio termina siendo peor que la
enfermedad. Es como si dijeran “Chacadito” y “Chacado”. Y a quienes busquen alguna voz más autorizada
que la de mi tía Eloína para convencerse de esto, podríamos remitirlos a la
palabra de ese maestro que fue don Ángel Rosenblat o a una fuente más que
autorizada como lo es el Diccionario panhispánico de dudas (2005).
Reproduzco una partecita mínima de lo mucho que sobre esto argumentó
alguna vez Rosenblat (1969, p. 230): “El pueblo, que pronuncia biba, imbierno, simbergüenza, combeniencia,
etc. es más fiel a la lengua que los cultos o semicultos empeñados en morderse
el labio inferior para pronunciar la v.” Agreguemos a ello lo siguiente: “…la pronunciación correcta de la letra v en español es idéntica a la de la b, por lo que no existe oralmente ninguna
diferencia en nuestro idioma entre palabras como baca y vaca,
bello y vello, acerbo y acervo” (Diccionario panhispánico de dudas, http://lema.rae.es/dpd/?key=v ).
Son muchas y muy amplias las razones históricas para esta confusión y debido a
eso nos las repetiremos aquí.
Hay que aclarar además que los maestros que nos enseñaban dicha
diferencia tenían muy buena intención; con ello perseguían asegurarse de que
aprendiéramos a distinguir ortográficamente ambas consonantes. No obstante, la
verdad es que en este asunto se
confunden dos parcelas de la lengua que no son equivalentes en ningún idioma:
el repertorio grafemático (las letras) y el sistema fonético (el modo como se pronuncian
los sonidos). Hay idiomas en los que la distinción articulatoria entre /v/
y /b/ es un hecho, pero el español no es uno de ellos. Así que a tomar el
ejemplo de aquella maestra que mencioné al comienzo de esta duda. Erradicar
hábitos lingüísticos que hemos adquirido involuntaria y/o equivocadamente es
también un deber de quien aspira a o, por cualquier motivo, se ve obligado a
ser un modelo idiomático para la sociedad.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario