Twitter y Whatsapp están invadiendo todas las esferas de
la vida contemporánea. Todo se resuelve hoy de un solo tuitazo o por la vía de las
“guasapeadas”
Ya se sabe que en
el Diccionario de la lengua española (DLE) se ha dado plena nacionalidad
idiomática a las palabras tuit, tuitear, tuitero y tuiteo. No podría decirse lo
mismo de “guasap”, “guasapear”, “guasapero” y “guasapeo”, admisibles quizás,
pero no siempre aceptables para algunos.
El Twitter y el Whatsapp (cuyas grafías no pueden alterarse ni adaptarse
por ser marcas comerciales) funcionan actualmente como los telegramas de
nuestra infancia y adolescencia, solo que su uso es un poco más amplio y, a
veces, masivo, público y hasta
divertido. Ya no hay noticias que no lleguen primero por esas vías. El Papa
respira y, zuás, un tuit o un “guasap”. Un funcionario público dice alguna
trastada e inmediatamente consagran su metida de pata a través de alguno de
estos medios o de ambos. Mediante
tuiteros y “guasapistas”, hoy todo se sabe a la velocidad del rayo. Si hay
teóricos nuestros que declaran que una página web puede controlar la economía
del país, por qué no creer que cualquier problema podría resolverse en un
tuitear y “guasapear” de ojos.
Es cierto que el
primero de ellos (Twitter) opera limitado por la fuerza de un máximo de ciento
cuarenta caracteres. No obstante, eso precisamente lo hace mucho más atractivo.
No podría ser tuitero quien, para anunciar un paupérrimo aumento del sueldo
mínimo, pasa las cinco horas previas dando más vueltas que un perro antes de
echarse. En Twitter hay que ser breve, conciso, contundente y exacto. Digamos
entonces que, como ya le es imposible acudir al súper, porque no hay modo humano
de entrarle ni hora posible para hacerlo, mi tía Eloína se ha dedicado a
elaborar una serie de minihistorias tuiteras y “guasapeosas” marcadas
precisamente por la posibilidad de relatar un cuento en unas pocas líneas. He
aquí algunas.
A fin de asegurarse
de que en su viaje a Venezuela no tendrá problemas comunicacionales para seguir
trayendo la comida “para tres países” que le vende al gobierno, un
@comelciantepequinés Quiele pleguntal si
hay en la cancillelía pelsonas que hablen mi lengua mandalina. Inmediatamente
le responde @fanfarronagubernamental En
este gobierno sobran funcionarios que hablan todas las lenguas por señas.
Preocupada
porque —negándose a continuar “rozagante y bonita”— la única hija ha emigrado a
otro país, una angustiada madre le envía su consejo más contundente mediante un
guasap:
Madre
Huérfana: Recuerda, hija, estudia por allá para que luego no
tengas necesidad de vender tu cuerpo.
Hija Expatriada: Tranquila, mamá, nunca venderé mi cuerpo. Si llego a tener necesidad,
solo lo alquilaré por ratos.
Una exviuda ya fallecida
baja desde el cielo a visitar la tumba de quien fuera su marido y, furiosa por
todo lo que le hizo en vida, lo impreca mediante un tuit privado:
@difuntavengadora: Levántate y sal de
ahí, perezoso, la tierra es de quien la trabaja. Camino al infierno, el
cónyuge recién fallecido la mira desde la distancia y recuerda el mensaje con
que —frente a la tumba— la despidió el día de su sepelio: @esposo_agradecido: Aquí
descansará mi querida esposa, Señor, recíbela con la misma alegría con que yo
te la he enviado.
Esposa
maracucha e hipercelosa sorprende a su marido con las manos en otra moza.
Indignada por el hecho, se niega a hablarle y decide más bien asestarle un solo
cuñazo tuitero:
@esposaindignada:
Te vi, vergajo, malparío, falsario,
agarrándole el pezón a la percusia de Mileidis.
@maridoexcusado: Error, amor, fue golpeada durante los
saqueos; solo me ofrecí a revisarle un morado
en la parte centro occidental izquierda del pecho!
Pareja
de jóvenes que se han conocido por la Internet desea un encuentro a ver si
logran concretar algo más contundente que los besos y agarrones virtuales. Él
está convencido de lo que quiere. Ella sospecha que el caballero busca lo que no
se le ha perdido. El joven desea entonces precisar lo que será la hora de
encuentro:
Libidinoso Virtual: Te ruego me concretes finalmente la hora de la cita.
Precisa, como
cualquier funcionario público de la actualidad, Chica Prevenida responde: Nos vemos a eso de las cuatro, o sea, tipo
cuatro y alguito, mejor a las cuatro y pico en punto.
Dos
desconocidos guasapean. Uno en busca de información; el otro en busca de
trabajo:
Beodo Ble: Si está interesado en el empleo, quiero
saber a qué se dedica usted, señor. Plumífero Desempleado: Me dedico a la escritura.
Beodo Ble: ¿Y qué escribe el caballero?
Plumífero
Desempleado: Todo tipo de obras
literarias, soy polígrafo. ¡Polígrafo!
Beodo Ble: Lo sospechaba, se parecen nuestras
profesiones, yo ahora soy abstemio, pero antes, cuando se podía, era palígrafo.
Plumífero
desempleado: ¿Palígrafo? ¿Qué oficio es
ese?
Beodo Ble: En la quinta república podía echarme todo
tipo de palos.
Y así transcurre la
vida y la información, “enredadas” entre
tuitadas y un guasapeos.
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Publicado originalmente en www.contrapunto.com ( 15 de mayo de 2016)
Imagen aportada por Contrapunto
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