Plantear posibles escenarios para la salida de una crisis es
relativamente sencillo, principalmente cuando el proponente no deja fuera
ninguna de las opciones
No entiende mi tía Eloína la razón por la cual
el Diccionario de la lengua española (DLE)
solo atribuye género femenino a la palabra "pitonisa". De acuerdo con
lo que allí se especifica, sus únicos significados serían
"adivinadora", "hechicera" o "sacerdotisa",
siempre referido a féminas. Posiblemente esto tenga que ver con el origen del
vocablo: su etimología se relaciona con una serpiente, la pitón, de donde a su
vez proviene el nombre de la diosa de las pitonisas, Pitia. Y también la voz
"serpiente" lleva nada más la marca "f". De acuerdo con la
mitología griega, en el oráculo de Delfos solamente era posible obtener
predicciones hechas por las integrantes del cortejo de dicha deidad, puras
hembras. Como buenas cuaimas a quienes no se podía contradecir, se creía que
jamás erraban en sus pronósticos, que eran infalibles. Si a raíz del resultado
de una consulta se olía algo parecido a un yerro, pues se tapaba el hueco
argumentando que ello obedecía a una equivocada interpretación de lo
vaticinado.
No obstante, a estas alturas, la entrada del
Diccionario debería ser pitonisa, -so; igual
que hay una para sacerdote, -isa. Así como las feministas reclaman a veces el
machismo lingüístico implícito en ciertos giros de lenguaje cuya base
referencial es exclusivamente masculina ("el hombre es mortal", "no hay dios que solucione eso", "toda sociedad tiene su patriarca" ), en aras de la
igualdad de género, debería reconocerse que también hay en el mundo
contemporáneo pitonisos a granel: caballeros dedicados a ofrecer
constantemente hipótesis acerca de cómo terminará un proceso, una situación, un
evento, una crisis. Ejemplos de uso, si fueren necesarios, sobran en estos
convulsos tiempos venezolanos. Somos sin duda una comunidad repleta de adivinadores
en pleno desempeño de su oficio. Basta afrontar cualquier publicación o red
social para darnos cuenta de las muy diversas predicciones sobre el supuesto
desenlace ante la calamidad por la que estamos atravesando.
Con permiso del DLE, asumamos entonces que, al
menos en este tiempo, el
"pitonisismo" es un movimiento con militantes y
"militantas". Un pitoniso o
pitonisa actual es un(a) profesional a quien, para evitar malentendidos y
desviaciones semánticas, los medios catalogan como "analista":
alguien que observa minuciosamente la realidad, la escruta, la disecciona, la
arma de nuevo y, ¡zas!, predice, presagia, anuncia lo que viene a continuación.
Ante situaciones álgidas como la que vivimos, los oráculos crecen, florecen,
recrudecen, aumentan, se incrementan, abundan, circundan... Se riegan por
doquier como la verdolaga y no pasa un
día en que no leamos a alguno. No hay que ir demasiado lejos para encontrar
ejemplos de esto relacionados con lo que viene ocurriendo en Venezuela desde
hace ya casi cuatro meses.
La diversidad "pitonísica" nacional e
internacional ha venido planteando lo que en ese terreno particular suele
denominarse "escenarios". Con ello, cada adivino sazona su discurso
de acuerdo con el área de las ciencias sociales a la que es afín. Unos buscan
asidero en circunstancias históricas que guarden relación con lo que está
ocurriendo. Otros se visten de datos para apoyar sus propuestas. No faltan los
que, al momento de plantear las "salidas" posibles, recurren a los
vericuetos de la sicología, a las diversas, marañosas y profundas corrientes de la sociología o
al universo de la numerología y la
estadística. Sin embargo, a veces plantean
tantas y tan obvias posibilidades que con alguna de ellas habrán de acertar o
acercarse a lo que pueda ocurrir.
Mi parienta no juzga esto negativamente. Sin
embargo, opina que tampoco tiene mucho sentido proceder como lo hacía en los
años sesenta un supuesto "brujo" de los Puertos de Altagracia, cuando
una dama encinta acudía a su sabiduría a fin de que le predijera el género de
su futuro retoño. Aquel chamán improvisado asumía pose de infalible Hipócrates
frente a la consultante y, sin ningún tipo de incertidumbre, le espetaba:
"hay un cincuenta por ciento de chance de que sea varón". Si se le
preguntaba por el estado del tiempo para la semana, respondía con una sola,
única, y definitiva palabra: "lloverá". Si la embarazada paría
hembra, naturalmente, el vaticinio había acertado. Y si no llovía, ante el
reclamo, el vidente esgrimía un argumento indiscutible para defenderse:
"predije que llovería, no dije cuándo".
Más o menos en ese contexto hemos llegado al día de hoy, domingo 30 de julio de
2017. La lectura de los
"escenarios" diagnosticados por analistas (nacionales o foráneos)
acerca de la confusa situación venezolana actual, que no concluye precisamente
hoy, guardan cierta similitud con la que
hemos descrito en el párrafo anterior. Han ofrecido en sus diversos pronósticos
tantas y tan evidentes posibilidades que casi resulta imposible que no hayan
acertado con alguna de ellas. Y si ha ocurrido lo inesperado, seguramente
algunos pitonisos acudirán al recurso
con que los griegos explicaban las equivocaciones de la diosa Pitia: errar una
predicción no significa que tanto "ana-listo" se haya equivocado,
sino que los hemos malinterpretado. Para
no perder la costumbre, mañana comenzarán de nuevo los diagnósticos.
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Publicado originalmente en www.contrapunto.com (30-07-2017)
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