Desde el año pasado circula por la Internet un video en el
que, a través de un grupo de niños españoles,
se reclama abiertamente la inclusión de una de las acepciones de la
palabra “gitano” en el Diccionario de la
lengua española (DILE). La
producción y difusión del material proviene del Consejo Estatal del Pueblo Gitano
de España. Concretamente, la queja alude a la acepción de gitano como “trapacero” (tramposo, tracalero). De allí que en Youtube el titular del mismo sea mucho
más directo: “No somostrapaceros”. Y cierra con un impactante juicio: “Una definición
discriminatoria genera discriminación”.
Dudo hoy acerca de este hecho porque dos amigos me han
escrito para preguntarme si estoy de acuerdo o no con que en el DILE aparezca
ese tipo de definiciones. Y, casi como cualquier ministro o funcionario
público, les he respondido que ni lo uno ni lo otro. Tampoco todo lo contrario.
Para mi tía Eloína, no todo está claro ni en el DILE ni en el
documental. Lo primero que se podría decir es que, como en cualquier grupo humano, debe haber gitanos estafadores y otros
generosos, oferentes, honestos, gordos, flacos, blancos, morenos, etc. No
obstante, el hecho de que aparezcan solo niños haciendo el reclamo pudiera ser
también interpretado cual sugerencia que busca mostrarlos como destinatarios
directos de la ofensa. Obviamente no es así. Las definiciones de un diccionario
no apuntan hacia nadie en particular.
Aclaremos
primero un asunto fundamental: la acepción de marras aparece en el volumen
publicado en papel (2014), mas no todavía en su versión digital. Y además se
sabe que nada evitará que, si lo hubiere, algún gitano pícaro deje de serlo
porque todas las asociaciones con “tracalero” se supriman del diccionario. Las
palabras y sus significados surgen como producto de la realidad y también
suelen desaparecer cuando la referencia que las ha originado se extingue.
Por otra parte, tanto en España como en América, deben
existir diversos términos referentes a gentilicios que, igual que gitano, aluden
a significados despectivos. Aunque no aparezcan en el DILE, digamos, por
ejemplo, colombiche (colombiano) y sureño (pandillero hispano del sur de California,
USA), o el caso nuestro de “gocho”, una de cuyas acepciones en el Diccionario de venezolanismos (1983) es
“torpe, bruto” (significado despectivo que, por cierto, ha comenzado a derivar
hacia otro mucho más positivo: “valiente, aguerrido”).
Se ha repetido bastante que la
orientación actual del DILE no es difundir voces o acepciones para que se
impongan. Según hemos escuchado y leído declaraciones de notables académicos
españoles e hispanoamericanos, el DILE actual registra solo usos. Palabras rigurosamente documentadas
tanto en la lengua oral como en la lengua escrita.
Y son muchos los vocablos que
tienen acepciones negativas, positivas, neutrales o de otra naturaleza. Pero,
es verdad, si bien la definición de una palabra no genera necesariamente una
situación similar, sí podría contribuir a mantenerla.
Si juzgamos el asunto sin
apasionamiento, pareciera que el Consejo Estatal del Pueblo Gitano tiene
alguna razón. Primero, porque “trapacero”
no aparece marcada en el DILE como acepción despectiva de gitano. Segundo,
todavía se conserva una definición equivalente: “gitano, a: 4. adj. coloq.: que
estafa u obra con engaño”. Tercero, lo más importante: si la orientación actual
del diccionario académico es registrar palabras de uso comprobado, mi tía
Eloína se pregunta por qué motivo en la edición más reciente sí se ha eliminado
la acepción de “gallego” que, en varios
países americanos todavía remite a “falto de entendimiento”. Ha sobrevivido
solo la referencia a “tonto”, atribuida exclusivamente al español
costarricense. Sin embargo, también han permanecido otras palabras que pudieran
discutirse. Como simple botón de muestra: “sudaca”, sinónimo despectivo de “suramericano”
que, entre otras, alude a una condición
de desprecio y mala fama. En conclusión, lo que es bueno para algunos debería
igualmente serlo para otros gentilicios despectivos. O todos o ninguno.
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Publicado originalmente en www.contrapunto.com (12 de julio de 2015)
Imagen: del video "No somos trapaceros" (Youtube)
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