lunes, agosto 17, 2015

PERIODISMO DE DEDOS Y PERIODISMO DIGITAL


El 27 de junio  se celebra el día del periodista y mi tía Eloína me ha pedido hacer llegar sus parabienes a quienes ha correspondido ejercer la tarea de procesar y difundir la información en estos convulsos días venezolanos. No es soplar y hacer botellas ser periodista en un mundo en el que no hemos asimilado bien una noticia, cuando ya debemos montarnos sobre la otra. Mucho menos cómodo lo es cuando la labor periodística de este tiempo viene aderezada por  esa nueva misteriosa y enigmática variable que se llama Internet. Informarse hoy, digerir los hechos y divulgarlos sin el apoyo de la Red acarrea el riesgo de recibir como nuevo algo que ya puede haber envejecido.

Desconoce mi parienta cuántas universidades nuestras donde se ofrece la carrera de Comunicación Social se han percatado de que el periodismo contemporáneo está montado en una barca en la que el supuesto inventor de la imprenta de tipos móviles (Johannes Gutenberg) ya no es necesariamente el patriarca.  Cada vez que piensa en ello, viene a su memoria la anécdota del estudiante que  alguna vez le relató que todavía hay universidades en las  que la mecanografía  se asume como parte de los aprendizajes necesarios para un futuro reportero. Ese mismo joven contaba que una de sus profesoras le aclaraba la necesidad de tal destreza con el argumento de que si alguno de ellos llegare a ser «corresponsal de guerra», se vería obligado a regresar a ese viejo recurso de la mecanografía clásica para enviar sus reportes. «Periodismo de dedos», lo llama mi parienta, diferente al periodismo digital de esta contemporaneidad.

No basta una excusa como esa para justificar los pírricos y cada vez más restringidos presupuestos de nuestras universidades públicas. Casi lo mismo que recomendarle a un aspirante a fablistán acudir al teléfono de vasito con que jugábamos en la infancia,  si por alguna razón le fallara su sofisticado equipo de la actualidad.  El periodismo actual es un ángel que vuela a la velocidad de la luz. La Web y las redes sociales ofrecen márgenes temporales muy reducidos para que algún reportero se dé el tupé de «madurar» demasiado lo que quiere transmitir. Tiene que hacerlo, sí, pero de forma rápida y eficaz, aglutinando además  tres factores ineludibles: equilibrio, ética y veracidad. Nada menos.  Lo dicen Jean-Francois Fogel y Bruno Patiño en su magnífico libro La prensa sin Gutenberg. El periodismo en la era digital (2007): «La prensa bajo el régimen de Internet no ha iniciado un nuevo capítulo de su historia, sino más bien otra historia».

Ya no se hace «diarismo» para una localidad, para un país, ni siquiera para un continente. Por muy nimios o poco relevantes que puedan parecer, la noticia, el reportaje e incluso la columna de prensa se escriben para el planeta. Ni siquiera las barreras lingüísticas son ya una traba para que la información circule a una velocidad inexplicable hace dos décadas. Los instantáneos traductores virtuales han acabado también con ese mito. Según Eloína (que no es comunicadora de carrera sino a la carrera), cualquier periodista —o persona que aspire a serlo en esta época— debería estar atento no solo a lo que está ocurriendo en el mundo de la comunicación sino también a lo que  viene.


Ha sido tan impactante la irrupción del ciberespacio y de las redes, que un humilde ciudadano podría tener hoy  la oportunidad de ofrecer lo que en el gremio se denomina un «tubazo» (una primicia). Lo contrario también es mucho más que posible: cuando un profesional del área cree ser el primero en ayudarnos a digerir alguna supuesta novedad, pues si espera demasiado, la misma puede convertírsele en «caliche» (noticia repetida o poco relevante). Un sagaz bloguero es capaz de derrumbar la aspiración de alguien al Premio Pulitzer. Un tuitero atento tiene la opción de hacer sacudirse de rabia a una jefa de redacción o editora de un periódico. Y cualquiera que esté armado con un buen celular podría ofrecernos una fotografía o un video antológicos. Si aspiran a ponerse a tono con la era de la virtualidad, las instituciones que ofrecen la carrera deben estar atentas a que el periodismo digital tiene alas de alto y muy rápido vuelo. También quienes ya la ejercen habrán de tomarlo en cuenta. Estar mosca, ponerse pilas, ser los primeros en la fila al momento de verificar la noticia. Sobre todo, si desean sobrevivir en el terreno de una profesión que ahora, gracias a la Red, implica mucho más que un título.

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Publicado originalmente en www.contrapunto.com (28 de junio de 2015)
Imagen: Google Images
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