El término purismo alude
a pureza en muchos sentidos y se refiere a situaciones y estados en los que
priva lo inmaculado, impoluto, inamovible, a veces con muy pocas opciones para
el cambio no justificado. En filología y lingüística se utiliza purista para
referirse a quienes, con la excusa de abogar por la hipotética “pureza” del idioma, rechazan cuanta
innovación lingüística aparece. Viven anclados en un muy ideal pasado en que
una lengua resulta estancada, inmodificable, perfecta. A veces sin
proponérselo, niegan el proceso evolutivo, natural en una actividad humana tan sustancial
como el lenguaje. Entre los hispanohablantes, hay los que, por ejemplo,
detestan las palabras provenientes de otras lenguas, muy especialmente si
vienen del inglés, y a todas les niegan la posibilidad de ser incorporadas al
inventario del español.
Primera sesión: no todo
lo que viene de otras lenguas es negativo. Así como no hay razas puras, tampoco
hay lenguas que lo sean. Todo idioma es mestizo.
Cuando un sonido, un
vocablo, una frase o estructura
sintáctica cualquiera se escapa de su presunto lugar materno, o sea, el idioma
en el que tiene un uso habitual, y busca instalarse en otro diferente, suele
hablarse de préstamo. Mi tía Eloína suele decir que hay en esto un
contrasentido, porque, muchas veces, una
lengua está prestándole a otra algo que, si llega a arraigarse, jamás será
devuelto. Así, los idiomas en contacto viven haciéndose “préstamos” unos a
otros. A quienes protestan constantemente en contra de los anglicismos que cada
día nos invaden por todas partes, habría que recordarles que también el español
le hace “préstamos” a largo, corto y mediano plazo al inglés. Sin embargo, también es cierto que en
determinadas ocasiones el liberalismo extremo (aceptar todo) puede ser tan
negativo como el purismo fanático.
Segunda sesión: no
tenemos por qué aceptar acríticamente cuanto nos llegue de otro espacio
lingüístico e inmediatamente incorporarlo a nuestros usos cotidianos.
Principalmente, si tenemos cómo decirlo en español. No se trata de que ciertos
términos sean “feos”, “malos”, o “incorrectos”. Es que hay algunos que no
encajan. Son inadecuados y lucen como parches en la comunicación.
La pandemia ha traído
cambios diversos en nuestra rutina. Uno de ellos se relaciona con la necesidad
de convertirnos de un día para otro, por ejemplo, en teleciudadanos, teletrabajadores, teleprofesores y
telestudiantes. Actualmente formamos parte de una telesociedad o de una
comunidad involuntariamente teleadicta. Mucho de lo que hacemos en este tiempo
de cuarentena se relaciona con tele-. Nada que decir, pues ese prefijo
tiene un arraigo más que justificado en nuestra lengua desde hace tiempo.
Aparte de que habitualmente se utiliza para aludir recortadamente a la
televisión (la tele), el Diccionario de la lengua española (DLE) registra
múltiples palabras asociadas con él (telebanco, telediario, teléfono,
telecomunicación, etc.) y lo
relaciona con “hacer algo a distancia”. Si fuera un “préstamo”, el “prestamista”
fue el griego, con el cual, por razones más que conocidas, tenemos una muy
antigua, rica y afortunada deuda.
Tercera sesión: el griego
antiguo no solo nos hizo préstamos a nosotros. Ocurrió lo mismo con muchas
otras lenguas, entre ellas, el inglés. De manera que, cuando añadimos tele-
a cuanto hacemos en este tiempo, no
estamos rindiendo tributo al inglés, sino a una de nuestras lenguas abuelas.
Todo lo anterior ha sido
una larga y necesaria vuelta para llegar a una palabra que en estos días
también ha invadido múltiples espacios de la televida, principalmente en
los ámbitos empresariales y académicos. Llegó y, sin mucho esfuerzo, también se
ha “pandemizado”, aunque de modo menos lesivo que la COVID-19, es verdad. A
diario la vemos y/o escuchamos en las redes y en los medios. La palabreja
invasora nos llega incluso sin anestesia a través de comunicaciones formales. Acosa.
No hay modo de que no nos topemos con ella consuetudinariamente y con esto se
hace presente el riesgo de que pronto se vuelva “natural” y la adoptemos o la asumamos
como préstamo definitivo.
Se trata de WEBINAR,
en alusión a algunas reuniones académicas o corporativas a través de Internet.
Se ha llegado incluso al nivel de pluralizarla: webinars. Falta poco
para que aparezcan formas derivadas y hasta ahora impensables como webinarista,
webinareando, webinareado, entre
otras. Es entonces cuando reaparece un poco el purista moderado que
llevamos agazapado en nuestra conciencia de hispanohablantes y pedimos algo de
prudencia en esto de aceptar cualquier préstamo de manera súbita y acrítica. Ha
sido tan invasiva que hasta la misma Fundación para el Español Urgente
(conocida como @fundéu) casi le ha otorgado licencia para circular, aunque ya
no como webinar, sino como seminario
web
o webinario. En este último
caso, peor el medicamento que la enfermedad; casi como mezclar manzanas del
inglés con peras del español. Pensemos nada más en una pronunciación relajada
en la que aparecerán extrañas implicancias fonéticas, al menos en
Hispanoamérica: Ayer asistí a un “güebinario”.
Un güebinario es una reunión académica o empresarial de…
Cuarta sesión: si ya
teníamos seminario para decir lo mismo, ¿por qué tanto webinarear?
De no gustarnos seminario, porque no expresa exactamente lo mismo, ya
que omite el medio (Internet), ¿qué impide decir teleseminario (con ese
prefijo tan productivo en español) o, incluso, otras variantes como
‘ciberseminario’, ‘seminario virtual’ o ‘seminario en línea’?
Esperemos entonces que la
desescalada se lleve préstamos pandémicos como este, en una sola cuota y sin
intereses, y que en el futuro cercano hablemos de TELESEMINARIO o de un
equivalente más acorde al español.
De seguir así, algún
purista de corazón castizo podría reclamarnos: ¡Parad el webinareo, por favor!
-----------
Nota 1 : publicado originalmente el 30-06-2020 en
https://opinion.cooperativa.cl/opinion/cultura/webinario-en-cuatro-sesiones/2020-06-30/101338.html
Nota 2: El vocablo webinario ha sido incorporado al Diccionario de la lengua española (DLE), en su actualización 23.5 (diciembre de 2021), como fusión de webinar + seminario, y con significado de "seminario web".
No hay comentarios.:
Publicar un comentario