Mínimo glosario de términos que suenan y
resuenan en las redes y otros medios
No es parte de ningún
diccionario oficial (todavía), pero en Venezuela suele utilizarse el vocablo
"manguangua" para referirse a algo que resulta relativamente sencillo, viable, sin esfuerzo. Solemos decir que a alguien "le gusta la manguangua" cuando
sospechamos que evade cualquier asunto que implique mucho trabajo, que lo
engolosina "la papa pelada". Según la sabiduría popular, alude a un tipo de yuca o tubérculo que, al momento de la cosecha, se puede extraer de la tierra con mucha facilidad. Hay un verbo parecido,
"manguarear", este sí que aparece registrado en el Diccionario de la lengua española y es académicamente
aceptado como de uso venezolano; su significado más genérico es
"holgazanear". Entre los
desvaríos mentales de mi tía Eloína aparecieron de súbito ambas palabras cuando escuchó que
quien sustituiría al longevo dictador de Zimbabue es de apellido Mnangagwa. Aunque nada tienen que ver entre sí, porque se
trata de voces de lenguas muy distintas y distantes, la similitud fonética con
los venezolanismos referidos la puso capciosa. De manera que no dudó en pensar
que al zimbabuense señor Mnangagwa el "ascenso" al poder le ha
resultado una auténtica manguangua. Pura "zinbuenbenzura", pues.
Aunque tampoco está
"oficialmente" aceptado por las academias, "marico" es de
uso general en Venezuela desde los tiempos de Maricastaña. No obstante, de un tiempo para acá,
incrementó con muchos bríos su frecuencia en el habla de nuestros jóvenes. Obviamente
está ampliando su rango semántico porque ahora es de uso popularísimo en la
comunicación oral y cibernética de los chamos. Todos y todas lo usan como vocativo,
para atraer la atención del interlocutor durante sus encuentros coloquiales:
"
—Marico,
¿por qué no viniste ayer a clase?
—Bueno,
marico, porque estaba full cansado.
—Pero,
marico, me hubieras avisado, para no embarcarme, marico.
—Marico,
es que me quedé sin pila, marico....
Lo curioso es que aquí parece tener poca cabida
la propuesta "inclusivista" de que diferenciemos entre "maricos
y maricas": indistintamente se la utiliza casi siempre en masculino, no
importa si el otro participante es caballero o dama. Aunque en ocasiones
utilizan el femenino, a veces, las chicas también se dicen unas a otras
"marico". Acudiendo a un pleonasmo también "burda de usado"
en las charlas juveniles, las y los escuchamos todos los días en los pasillos
de la universidad "con nuestros propios oídos" (no con los de otro u
otra, marico).
Según el "mataburros", el verbo
"beneficiar" significa en algunos países hispanohablantes
"descuartizar y vender una res u otros animales al menudeo". E
inmediatamente nos aportan el ejemplo: "pollo beneficiado". Siempre se ha preguntado mi parienta en qué
beneficia a una indefensa criatura de esas que la envíen al otro barrio y la desposten
para utilizarla como alimento. Quien realmente se beneficia en esto es el
consumidor. Como ocurre con los aumentos salariales en tiempos de
hiperinflación, ante la voracidad comercial, el presunto beneficiado siempre
sale perdiendo.
Con base en la noticia de un periódico
gubernamental, un comentarista escribe que se "destornilla de la risa"
cuando lee que en Venezuela cesará la especulación porque ahora habrá
"precios acordados". Ni
desatornillarse ni destornillarse; la gente normal se "desternilla de la
risa". Obviamente que es una exageración, pero lo que quiere decirse
con esto es que cuando nos reímos con mucha intensidad, corremos el riesgo de
que se nos rompan las ternillas; o sea, los cartílagos que sostienen las
mandíbulas. De paso, si el declarante que provocó el comentario se
"desatornillara" de su cargo como que saldríamos ganando.
Abunda en estos días el uso inadecuado de
"espureo-a".
Desde hace algunos meses, a diversos adictos al tuiteo indiscriminado se les ha
ocurrido utilizarla con tanta frecuencia que ha llegado a ojos de hablantes públicos
desprevenidos y, confiados en que la escritura es verbo sagrado, algunos no han
dudado entonces en repetirla tal y como la han leído. Les suena bien, con garbo
y con pegada, pero han incurrido en el mismo fallo de quienes la corrigen
equívocamente. Si de verdad esa fuera su grafía correcta (que no lo es), habría
que colocarle una tilde ("espúreo/espúrea"), por lo cual cometen un
gazapo doble: se la escribe mal y encima no se la acentúa. El fenómeno se llama
ultracorrección y consiste en pasarse de culto y reajustar una expresión
correcta a la que se considera fallida. Igual
que si dijéramos o escribiéramos que el mejor "bacalado" de "Bilbado"
se consigue en una pescadería de "Chacadito". Si la idea ha sido
referirse a algo cuyo origen es presuntamente
ilegítimo, el término adecuado debería ser "espurio/a". Lo mismo aplica cuando en un artículo de un
reconocido economista leemos la palabra "palear", como sinónimo
de "mitigar". Debería haber escrito "paliar", porque la
primera se usa para referir el trabajo ejecutado con una pala.
A ese
curioso dispositivo que sirve para procesar pagos lo llamamos en varios países
"punto" (simplificación de "terminal punto de venta"). Al
menos en Venezuela, está visto que no siempre funcionan, pero la carencia de
efectivo ha llevado a muchos pequeños comerciantes a valerse de ellos. Con ese
adminículo y el ingenio lingüístico tiene que ver este párrafo de cierre. En una importante avenida de Caracas leemos
un letrerito cuyo contenido nos gustaría que se aplicara cuando se trata de
asumir políticas que de verdad le pongan freno a este desbarajuste en que se ha
convertido la economía. A propósito de atraer clientes para su producto, lo ha
colocado un vendedor ambulante de la urbanización Santa Mónica. El avisito reza
muy explícita y ambiguamente: "Aquí hay huevos... y punto".
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Publicado originalmente en www.contapunto.com (3 de diciembre de 2017)
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