Anda alborotada mi tía Eloína. La trae de cabeza el
haber leído que de un tiempo para acá tendrá que aceptar que vaca se
escribe con Uve. La enrolla además el hecho de que dará lo mismo estar
“solo comiéndose un cable” que estar “solo comiendo cable”. No le cabe en la
testuz que en la escuela sus nietos tengan que aprender que la palabra “truhan”
tiene una sola sílaba por muy bellaca que sea la persona a la que se atribuya
tal calificativo. Lo de Sion, liais, fiais, Ruan, también sin tilde, le
importa menos porque asegura que en su puritana vida jamás ha tenido que
utilizar esos vocablos y menos lo hará ahora que, debido a la crisis económica,
nadie “fía” y no te atreves a liarte con tus semejantes por el temor de que un
malandro te deje en el sitio.
Total –según ella- eso de las tildes y los acentos
a mansalva no ha sido más que un enredo de la lengua española.
Pero, toda la faramalla que ha armado se debe a que
circula desde el año 2010 un nuevo manual académico que recoge algunas
modificaciones atinentes a la ortografía de la lengua española. Como en la
canción, lo que un día fue, (ya) no será.
Y de todas, la que más ha
conmovido sus envejecidas neuronas es que lo que ella siempre llamó “Ve de
vaca”, “Ve corta”, “Ve pequeña” o “Ve chiquita”, por lo menos en algunos países,
ya no será ni de vaca ni corta ni
pequeña ni chiquita. Ha dejado de ser todo eso para pasar a ser “Uve”,
como solía decirle su maestra-monja de tercer grado. Y, en consecuencia, la
famosa “doble V”, pasará a llamarse “Uve doble”.
Le he manifestado a mi suspicaz
parienta que eso que llaman la “nueva ortografía” trae diversas y nuevas
simplificaciones para la escritura pero que de todas ellas la que más piquiña o
escozor parece haber ocasionado es precisamente esa de la “Uve”. Porque
obviamente no se leyeron el manual, ya son muchas las maestras de la escuela
que incitan a los chicos a hablar de “uves” y no de “Ve corta”. Las quejas son innumerables. Excesivo
escándalo para el simple cambio opcional de nombre de una letra a la que
seguramente varias generaciones seguiremos apellidando como nos enseñaron en la
escuela. Hasta que la repetición alguna vez logre el sugerido cambio de
cognomento.
Pero, vamos, no es para tanto.
Toda propuesta de ruptura de una tradición suele ser traumática.
Mucho más importante que esas
pequeñas reformas de las normas de escritura, es que la lengua, el idioma
español, se haya convertido en motivo de discusión pública. Hartos como estamos
de riñas de toda naturaleza, resulta muy sano que la gente se preocupe por los
modos de utilizar oralmente y por escrito la lengua que nos hace ser una misma
alma (y fíjense que escribí “una misma alma”), un solo conglomerado,
aderezado con innegables y diversos aportes de nuestras lenguas indígenas, al
menos en el caso de las variedades del español americano.
No ha olvidado Eloína la
ridiculez de la cuña de una entidad bancaria en la que, acá en Venezuela, desde
hace varios años, ya se ha intentado meternos en la cabeza que la “V corta” se
llama “Uve”: en tanto la voz engolada del locutor nos invita a conocer el
“BE-BE-UVE-A”, cuando lo requerimos, los venezolanos hemos acudido al
“Banco Provincial” (antiguo nombre de la misma entidad). Digo, los nombres de
las cosas solo cambian cuando lo decide e internaliza un colectivo.
En tono de chanza, le he referido
a mi tía lo estrafalario que sonaría escuchar a un hablante de Los Puertos de
Altagracia diciéndole a la “novia ocasional”:
-Ve,
Chinca, gracias por tus servicios y haceme el favor de cobrar este cheque en el
“bebeuvea”.
Es casi seguro que Chinca le
responda “Vai pues, mejor me pagáis en efectivo.”
Dentro de esta misma dinámica
social en la que son los hablantes-escribientes los responsables de los
cambios, puede recordarse también el caso de algunos limeños que, regidos por
esta misma regla, llaman sin complejos y abiertamente “Cochabán” al Scotiabank.
Hay muchos ejemplos de esta supuesta terquedad lingüística socialmente
acordada, pero evoquemos nada más el caso venezolano de “Mayami” (al
menos en Venezuela, nadie ha sido capaz de obligarnos a decir Mi-a-mi,
como sí lo hacen otros hispanohablantes y como debería ser si lo pronunciáramos
en español).
Con esto sencillamente se
demuestra que los cambios del idioma no se deciden a partir de decretos,
edictos, leyes, manuales o reglamentos. Son los conglomerados de hablantes los
que, con la paciente y muy ponderada lentitud implícita en los procesos
lingüísticos, deciden el rumbo de la lengua que los agrupa y les da sentido de
pertenencia social a una cultura. Y esto vale principalmente para la oralidad
pero no es fenómeno ajeno a la escritura. No obstante, es necesario un
razonable criterio de unanimidad que favorezca la comunicación y evite la
anarquía. Si todos escribiéramos como “nos da la gana”, cundiría el caos.
Así mismo, por su naturaleza y
para justificar su existencia, por mucho que se las critique y denueste desde
otras esferas públicas, las academias también tienen derecho a hacer
propuestas. Hasta que se demuestre lo contrario, estas instituciones están
integradas por grupos de hablantes, con los mismos derechos de sugerir y las
mismas posibilidades de “meter la pata” que otros. Pero no son la panacea. No
imponen. Nunca impusieron, aunque se diga lo contrario. Sencillamente porque
por mucho que se lo propusieran, el ritmo de la lengua lo lleva realmente el
colectivo de hablantes. No son organismos dictatoriales. No decretan. Si alguna
vez tuvieron vocación autoritaria, eso se ha quedado en el pasado. Ahora
sugieren. Y, nos consta que, en el caso de la RAE, de un tiempo para acá, esta
ha considerado que hay unas específicas formas americanas de hacer uso del
español. En consecuencia, una vez que alguna institución de esta naturaleza
sugiere alguna modificación, es asunto del resto de los hablantes-escribientes solidarizarse
o no con las mismas. Y no es para armar tanto bochinche por unos cambios
insustancialaes. Reforma de verdad es la que proponía Andrés Bello.
Así somos: vivimos quejándonos de
las complicaciones de la ortografía del español y cuando se propone algo que se
presume podría simplificarla, entonces hasta los más pacíficos nos volvemos
furibundos talibanes lingüísticos y sacamos el hacha de la guerra. ¡Con mi
lengua no te metas!
El meollo fundamental sobre este
tipo de sugerencias vendría dado por el afán de algunos docentes en imponer de
ahora en adelante unas normas por el solo hecho de que ya aparecen refrendadas
por “la Academia”. Allí sí podría haber alguna incidencia negativa relacionada
con estos cambios. Uno se imagina a ciertos profesores quitapuntos restando
nota a quienes se atrevan a seguir hablando de una marca de automóviles como BMW
(“Be-Eme-DobleVe”). Seguramente obligarán a los alumnos a decir
“BE-Eme-Uvedoble”. Ni hablar del enredo de esos pobres locutores que a la hora
de referir a páginas virtuales se esfuerzan en decir “triple doble ve” o “dobleve-dobleve-dobleve”.
Ahora tendrán que partear con cesárea algo como “TripleUvedoble”, o al menos
pronunciar rapidito “Uvedoble-uvedoble-uvedoble”, con lo cual correrán el
riesgo de deformar sus órganos articulatorios.
Tanta miel se le ha sacado a esta
propuesta de la “UVE” que no faltará el hablante anárquico y “medalaganoso” que
proponga llamarla “UBRE” (y si se trata de la W, “Ubre doble”).
Por lo que tendremos que comenzar a aceptar que “Vaca” se escriba con “Ubre”.
Hasta el pobre Jaimito,
protagonista infalible de nuestros chistes populares, habrá de modificar sus
hábitos verbales.
-Jaimito, ¡Estoy harta de sus
faltas ortográficas! ¿Cón qué Uve se escribe viaje?
-Maestra,
ya se lo he dicho: si el viaje es corto con Uve corta, si es largo, con
“Ube” larga y si el viaje es de ida y vuelta con Uvedoble.
Referencia de la imagen: http://www.leyendascuentospoemas.com/moraleja-la-leche-derramada/2009
3 comentarios:
jajajajja! Qué buen trabajo...siempre certero, con un discurso ameno y actualizado en lo que está sobre el tapete ortográfico! Saludos, amigo. Ya estaba extrañando estas líneas!
Siempre con lógica Jaimito, siempre jejeje
Saludos!
Hola, Luis, me parece muy bueno este trabajo. La chispa del venezolano siempre presente. Ya veremos a unos cuantos seguir las expresiones según tus indicaciones.
Saludos
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